Problemas de filosofía latinoamericana
2- Abril- 2008
El arte como transformador de la realidad.
Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede tambaleando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el cielo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo en los museos;
Mas no por eso perdemos fuerza:
El vigor verdadero reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema.
[Vicente Huidobro; Arte poética]
Hacer florecer, ese es nuestro trabajo, al igual que el de los artistas. No crear nuevas flores, ni hacer copias fieles de las ya existentes, sino desmembrar, construir, transformar. Las cosas ya están dadas y las ideas se están pensando pero nos falta un paso importante, darles vida. Aquí es donde el arte, como la filosofía, se encuentra con una gran dificultad. Por eso Triztan Tzara dice en el “Manifiesto Dadá de 1918”: “El nuevo pintor crea un mundo cuyos elementos son sus mismos medios [...] el artista nuevo protesta: ya no pinta sino que crea directamente en piedra, madera, hierro, estaño, bloques de organismos móviles a los que el límpido viento de las sensaciones inmediatamente puede hacer dar vueltas en todos los sentidos”[1]
Es difícil distinguir las cosas creadas de las buenas copias, América latina en especial se ha enfrentado constantemente con este problema. Por eso me es necesario hablar un poco de la originalidad como principio creativo. Esto podemos entenderlo como lo hace Leopoldo Zea: “Ser original implica [...] partir de sí mismo, de lo que se es, de la propia realidad”[2], es decir, pensar las ideas, tanto las originarias del continente como las importadas de occidente, desde nuestro contexto. O en palabras del Dr. Cerutti, pensar la realidad, desde la misma y para transformarla. Transpolando esta idea al ámbito estético nos encontramos con un arte capaz de reflejar y transformar el mundo, no sólo de copiarlo; y esto es a lo que llamaremos arte creador.
El arte siempre ha tenido esta doble vida, por una parte nos encontramos con la institucionalización del mismo, donde se le ve como una serie de reglas y técnicas que dan un producto consumible enfocado a la exhibición y contemplación. Mientras que por otro lado lo tenemos como una fuerza revolucionaria, llena de movimiento capaz de impulsar masas. Y es que como dice Eric Hobsbawm: “Lo que hay que tener en cuenta de las artes verdaderamente revolucionarias es que fueron aceptadas por las masas porque tenían algo que comunicarles”[3]
El mensaje de las artes no debe ser panfletario, sino puramente formal, en tanto que se da en la forma de la obra no sólo en el contenido. Es decir que la novedad no se encuentra en el tema; para que quede más claro tomaremos un ejemplo clásico, sobre el amor se ha escrito, pintado, esculpido, representado, en fin, se ha hecho expreso en todas las artes; ha sido la inspiración de grandes obras y lo seguirá siendo. Pero lo que hace que ciertas obras que hablan de este tema perduren y otras no, es la forma en que esta tratado, o sea, el cómo. Es comprensible que las formas tengan que cambiar porque los entornos en que son hechas cambian, y el arte es uno de los encargados de diagnosticar la realidad y llevar la fuerza renovadora, el movimiento creador, a las masas.
Por esto es que quién hace arte debe ensuciarse las manos, porque “el artista que no siente las agitaciones, las inquietudes de su pueblo y de su época, es un artista de sensibilidad mediocre, de comprensión anémica. ¡Que el diablo confunda a los artistas benedictinos, enfermos de megalomanía aristócrata que se clausuran en una decadente torre de marfil!”[4] Lamentablemente esta torre de marfil no es la misma en la que están enclaustrados los filósofos, parecen ser dos torres separadas por un gran abismo que ni uno, ni otro se atreven a cruzar. La creación artística y la reflexión filosófica raras veces se encuentran, aunque podría pensarse que sus caminos tienden a juntarse; y de este desencuentro no sólo ambas pierden, también la humanidad y cada sociedad en especifico.
Esta falta de comunicación entre arte y filosofía sólo ayuda a la desarticulación de la memoria colectiva, una estrategia más para la opresión y dominación. Por esto es que es necesario una historia de las ideas estéticas, para no volver a olvidar, para reutilizar las formas aun latentes, para partir del lugar al que tanto trabajo nos ha costado llegar, y porque no, también para destruir lo que se ha hecho y de sus escombros construir algo diferente, original. Es necesario que la autoconciencia estética nos lleve a la autoconciencia histórica y política. No hay que olvidar que quién domina la memoria domina la historia, y quien domina la historia tiene poder sobre la humanidad. En México son bastantes obvias estas lagunas mentales, es difícil creer que en un país donde el arte ha salido tantas veces a las calles, en la actualidad se vea mayoritariamente como algo accesible sólo a ricos y letrados.
En efecto, hemos olvidado a las vanguardias con sus manifiestos en forma de carteles conjugando la estética y la política, y la modernidad con las raíces americanas; los murales públicos de grandes pintores como Rivera, Orozco, O’Gorman, O’Higgins –entre otros- recapitulando la historia y ensalzando la sangre indígena; hasta los performances de los colectivos como Tepito arte acá, el Taller de Grafía Popular, el ¿30-30! o Semefo; por mencionar algunos. Esta misma falta de memoria es la que nos ha hecho incapaces de ver que nuestro entorno esta lleno de semillas germinantes, esperando que las hagamos florecer.
[1] Triztan Tzara. “Manifiesto Dadá de 1918” publicado en el No.3 de la revista Dadá de Zürich
[2] Leopoldo Zea. La filosofía americana como filosofía sin más. p 26
[3] Eric Hobsbawm. A la zaga; Decadencia y fracaso de las vanguardias del Siglo XX, citado por Horacio Cerutti. Configuraciones de un filosofar sureador. p 77
[4] Jose Carlos Mariateguí. “Aspectos viejos y nuevos del futurismo” publicado en El tiempo el 3 de Agosto de 1921.
1 comentario:
Tu texto y tu interpretación sobre la cuestión de las historias de las ideas estéticas en América Latina me ha gustado ya que has escrito conforme a tu opinión, con tus comentarios, con tus propias palabras. Suerte, sigue así, mi estimada filósofo. Saludos. Fili.
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